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Madrid, un paseo por las nubes ( dia 2 el Barrio de las Letras )

Seguimos nuestra ruta por Madrid, esa vez por el Barrio de las letras, o barrio de los literatos. Debe su nombre a la actividad literaria desarrollada a lo largo de los siglos XVI y XVII. En esta zona fijaron su residencia algunos de los literatos más destacados del Siglo de Oro español, como Miguel de Cervantes, Quevedo, Góngora (que vivió en la misma casa que su antagonista literario, Quevedo), o Lope de Vega y su idolatrada Marta de Nevares.


Esta ruta es más bien corta, por lo que, para los más caminantes, o los que como yo agregan el ejercicio extra al paseo cultural, lo voy a extender hasta el museo del prado y el parque del retiro, donde, si llegas al atardecer, podrás disfrutar de la maravillosa vista del Palacio de Cristal iluminado.


Comenzaremos nuestra visita por la calle del Prado (que no el Paseo) en su confluencia con la plaza de las Cortes y la carrera de San Jerónimo, más concretamente en la Plaza de las Cortes, donde podemos ver la estatua levantada a Miguel de Cervantes Cervantes. De ahí nos encaminamos al edificio más emblemático, en el número 21, es el Ateneo Científico y Literario de Madrid, más conocido como Ateneo de Madrid (año 1882-1884). De estilo modernista, este prestigioso edificio ha sido declarado como Bien de interés cultural. Frente a él se sitúa el famoso Teatro Español, declarado Monumento Nacional. La plaza está decorada con las estatuas de Pedro Calderón de la Barca y de Federico García Lorca, esta última en particular diálogo con la fachada del propio teatro.





Por la calle del Prado llegamos a la Plaza de Santa Ana, abierta en 1810 por José Bonaparte. En sus portales se instalaron unas tabernas que atrajeron a los literatos y artistas que vivían en el barrio y que, siendo tan inapropiadas y pequeñas sus viviendas para las reuniones, las convirtieron en escenarios de sus interminables tertulias literarias, artísticas y políticas. Es el actual centro neurálgico del Barrio de las Letras, un amplio espacio público que se ha convertido en una de las zonas de copas más frecuentadas de la ciudad, con música para todos los gustos hasta altas horas de la madrugada. La Cervecería Alemana, abierta desde 1904, conserva aún su decoración original.

Muy cerca, en la Calle del Príncipe vemos el Teatro de la Comedia (año 1874)






Volviendo un poco sobre nuestros pasos y muy cerca a la plaza de Santa Ana, en la calle Huertas, nos encontramos con Plaza del Ángel, donde podemos hacer una parada en el Café Central, un local de estilo Art Decó que nació en 1908 como tienda de cristales, marcos y espejos y que hace 30 años se convirtió en lugar de encuentro de los madrileños amantes del jazz.



O si lo prefieres, tomarte unas patatas bravas en el callejón de Álvarez Gato, en cuyo bar se recrean los espejos deformantes que sirvieron al escritor Valle-Inclán como metáfora del esperpento, encontrándose los verdaderos espejos en el interior del local.

Desde aquí nos dirigimos hacia la calle de Atocha y a medio camino entre ésta y la plaza del Ángel se encuentra la Iglesia de San Sebastián, parroquia tradicional de literatos, actores y toreros. En ella está enterrado Lope de Vega y por delante de su altar pasaron en algún momento de su vida Gustavo Adolfo Bécquer y Ramón del Valle-Inclán, por citar algunos de los más conocidos.


En el número 87 de la calle Atocha se conservan los restos de la Antigua Imprenta de Juan Cuesta, en la que se imprimieron los primeros ejemplares de El Quijote, de Miguel de Cervantes.


Continuamos nuestro recorrido por esta zona subiendo de nuevo hacia la Calle de Huertas, eje vertebrador del barrio. Me encanta esta calle y por eso el recorrido siempre lo sigo por ella, aunque nos desviemos para ver algún edificio, pues según mas caminando, puedes ir leyendo en el suelo poemas de José Zorrilla, Gustavo Adolfo Bécquer, pedazos de el Quijote de Miguel de Cervantes y más célebres escritores que una vez vivieron en la zona y si tienes un poco de imaginación, puedes verlos con sus trajes de época sentados en la terraza de cualquier café, charlando y debatiendo sobre política.





En la esquina de León con Huertas se encuentra la sede de la Real Academia de la Historia, que fue creada por decreto del rey Felipe V, el primero de los Borbones en España. El edificio diseñado por Juan de Villanueva y pasó a ser sede de la Academia en 1836.


Casi al final de la calle huertas y a mano izquierda nos encontramos con la calle de Jesús y más adelante, en la plaza, se alza la Basílica de Jesús de Medinaceli, de quien era devota mi adorada abuela.




Podríamos decir que aquí acaba el recorrido del Barrio de las Letras, los más caminantes pueden seguir conmigo y seguirme a conocer el resto del recorrido, que terminará en el café Gijón, uno de los más antiguos de Madrid.

Pues los que habéis decidido quedaros conmigo, seguidme, que tenemos mucho camino por delante aún.

Frente a la Basílica de Jesús de Medinaceli está el museo del Prado y para llegar a él pasamos por la fuente de Neptuno, una de las muchas que tiene Madrid. De estilo neoclásico, esta monumental fuente, fue propuesta en 1777 y su construcción, empezada en 1782, finalizó en 1786. En los años 80 se tomó como costumbre que, cuando el equipo de fútbol, Atlético de Madrid, ganaba una copa, iban a celebrar a la fuente, a la que vestían con la bandera "colchonera" (colchonero es el término por el que se conoce a los seguidores de este equipo), desde entonces es una costumbre celebrar las victorias de este equipo a los ojos del gran Neptuno.


Si tenéis tiempo, os recomiendo que entréis al museo, aunque sea a vista de pájaro, pues es imposible recorrerlo en profundidad en una sola visita. Hay guías, que, por poco dinero, os pueden llevar a ver lo más relevante, o al menos, los cuadros más famosos de algunos de los pintores que allí se exponen. Tomaros un par de horas y ver lo más importante, estar en Madrid y no entrar el museo del prado es como estar en Paris y no entrar al Louvre.


Tomando en dirección sur, uno de los paseos más bonitos que tienen Madrid a mi parecer, el paseo del Prado, nos dirigimos a la Basílica de nuestra señora de Atocha. Felipe II, en 1598, hace edificar la capilla mayor y pasa a ser elegida para las ceremonias de la Corte, incluida la boda de Alfonso XII con Mercedes de Orleáns. La actual basílica se comienza a construir en 1901, según el proyecto de Fernando Arbós inspirado en la arquitectura italiana de la Edad Media.

Como curiosidad podéis cruzar a ver la estación de trenes de Atocha, pues es realmente sorprendente. En ella se levanta un oasis de palmeras y estanques, donde hay diferentes tipos de tortugas y peces.



La estación surge como un simple embarcadero (inaugurado en 1851), que se amplía hasta convertirse en la estación del Mediodía (inaugurada en 1892) y que según ha crecido el tráfico, se ha ido agrandando hasta lo que es hoy en día. Registra el movimiento de cerca de 90 millones de pasajeros; correspondiendo unos 60 millones al servicio de Cercanías, 10 millones al servicio de metro y 18 millones al resto de los servicios ferroviarios

Subiendo por el paseo de Reina Cristina, nos encontramos con unas de las varias puertas que dan entrada al parque del Retiro, el pulmón de Madrid. Con 19.000 árboles de 167 especies diferentes este parque, construido en la primera mitad del siglo XVII, es considerado como una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. Alberga numerosos conjuntos arquitectónicos, escultóricos y paisajísticos de los siglos XVII a XXI, entre los que destacan el Monumento a Alfonso XII, el Palacio de Cristal, el Estanque Grande, el Parterre, la Puerta de Felipe IV, el Real Observatorio Astronómico y la Fuente de la Alcachofa; e incluso anteriores, como la ermita románica de San Pelayo y San Isidoro. Entrando por ella y todo de frente nos encontramos con el palacio de cristal.

En cualquiera de las muchas terrazas que hay, podéis disfrutar de una bebida refrescante muy típica y que a mí me gusta mucho, la horchata. Es una especie de leche que sale de un pequeño tubérculo llamado chufa. Y siguiendo nuestro camino, siempre de frente y en dirección norte salimos del parque, para encontrarnos con el monumento más histórico y la antigua puerta de entrada a la ciudad, La Puerta de Alcalá.

El diseño definitivo de la Puerta de Alcalá lo eligió el rey Carlos III en 1769 y se convirtió en la entrada principal a Madrid. Como uno de los monumentos más importantes de Madrid que es, en él han ocurrido multitud de hechos de todo tipo: Al estar situada en medio de una cañada real, el paso de las ovejas en busca de nuevos pastos ocurría año tras año, todavía pueden verse los mojones que indican su calidad de vía pecuaria. En 1823 la Puerta del Alcalá es testigo de la entrada de las tropas francesas, denominadas los Cien Mil Hijos de San Luis, para apoyar el absolutismo de Fernando VII frente a los liberales, de ese momento quedan para el recuerdo los impactos de bala que se hicieron en la época, que pueden verse en la actualidad. Por la puerta han pasado vencedores y vencidos de todos los bandos.


Dejando atrás la hermosa puerta y caminando un poco más en dirección Oeste, llegamos a la fuente de la Cibeles, otro de los símbolos de Madrid. Fue construida en el siglo XVIII, por iniciativa del rey Carlos III, quien planeaba embellecer la capital del reino según la estética del Neoclasicismo. La fuente representa a la diosa madre Cibeles, identificada en el panteón griego con Rea, madre de los dioses olímpicos y símbolo de la tierra y la fecundidad, sobre un carro tirado por leones (Atalanta e Hipomenes).

Así como la fuente de Neptuno es el punto de celebración del Atlético del Madrid, esta bella fuente lo es para el equipo merenguero (merengue es el término usado para llamar a los seguidores del equipo de fútbol Real Madrid), por eso, cuando este equipo gana, en la mañana amanece nuestra querida Cibeles, arropada por la bandera madridista.


Y detrás, dos edificios que merece la pena verlos iluminados. El precioso Palacio de Telecomunicaciones y el Palacio de Linares (sede de la Casa de América). La primera piedra del Palacio se colocó en el año 1907 y se inauguraría oficialmente el 14 de marzo de 1919, comenzando su funcionamiento como moderna central de distribución de correos, telégrafos y teléfonos. El Palacio de Linares, que alberga a la Casa de América. Los Marqueses de Linares se mudaron al edificio en 1884, aunque las obras las terminaron en 1890.


LEYENDA DEL PALACIO DE LINARES


Cuenta la leyenda que, a mediados del siglo XIX, José de Murga y Reolid, Marqués de Linares, comunicó a su padre, Mateo Murga Michelena, que quería casarse con Raimunda de Osorio y Ortega, una joven de condición humilde. Pero a pesar de que su padre siempre le había recomendado que se casara por amor, encontró la total oposición del mismo, hasta el punto de que le envió a Inglaterra. Sin embargo, la muerte de su padre le sorprendió durante el viaje. La leyenda cuenta que José de Murga, revisando los documentos de su difunto padre, encontró una carta dirigida a él en la que le explicaba su oposición: Raimunda, ya su esposa, en realidad era su hermanastra como resultado de una relación con una cigarrera. Como consecuencia de ello, José de Murga decidió dirigirse al Papa León XIII, quien le concedió una bula papal que autorizaba a los esposos vivir juntos, pero en castidad. Dicen que nunca más salieron a la calle, se enclaustraron en el Palacio y mantuvieron su amor alejado de los curiosos. Ahora por las noches se le oye penar, llorando y sufriendo por su gran amor, Raimunda.


Y hasta aqui nuestro paseo, que espero os haya abierto el apetito, porque a pocos metros, se encuentra el café Gijón, uno de los más antiguos de Madrid, inaugurado en 1888 y que fue el sitio preferido por los intelectuales y artistas de la época.





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